Los neutrinos son el nuevo WiFi

Alguna vez os hemos hablado de neutrinos. Os explicamos lo que eran, descubrimos que no iban más rápidos que la luz y os contamos la historia de Carlos, el físico que se ha ido hasta la Antártida para cazar neutrinos en el día más largo de su vida.

Pero parece que los físicos van más allá. Como sabéis, los neutrinos son partículas con muy poca masa. Muy poca quiere decir que pesan mil millones de veces menos que un átomo de hidrógeno. Por ello, atraviesan la materia con muchísima facilidad y por tanto, son los candidatos ideales a transmitir información de manera inalámbrica. Imaginad una radio o una WiFi sin las interferencias de las paredes o los problemas que da el estar lejos del router.

Unos físicos de la Universidad de California han conseguido hacer esto. Han codificado la palabra neutrino en código binario y la han enviado a través de -atención- 240 metros de pared de dura roca.

Dedicado a los más frikis, ‘neutrino’ en binario es:

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El problema es que, de momento, para generar los neutrinos que envían la señal se necesita un acelerador de partículas de 363 millones de dólares como el que hay en el Fermilab de Chicago. Pero todo se andará. Igual dentro de unos años nuestros móviles se conectan a velocidades estelares gracias a los simpáticos neutrinos.

Fuentes: FayerWayery PhysOrg

Antimosquitos serendípico

Como recordaréis, la serendipia es un hallazgo científico que se hace «por casualidad». Un antimosquitos serendípico es, por ende, un repelente de insectos que ha sido hallado mientras los descubridores estaban ocupados buscando otra cosa.

En este caso, unos investigadores de la Universidad de Vanderbilt (Tennessee, EE.UU.) estaban estudiando métodos para evitar la propagación de la malaria. Esta enfermedad, causada por un bichito llamado Plasmodium suele transmitirse por picotazos de mosquitos.

Durante sus investigaciones, se percataron de que uno de los compuestos químicos que estudiaban inhibía el sentido del olfato de los mosquitos y de otros muchos insectos. Esto ocurre gracias a que el olfato de los insectos no es como el de los mamíferos.

Ellos tienen varios receptores (RO) unidos a un co-receptor (una centralita) que los gestiona llamado coRO. Cada receptor siente un olor distinto. La molécula que estudiaban resulta que interacciona fuertemente con el coRO (la centralita), mandando una señal al cerebro que equivale a miles de olores a la vez. Esto sobrecarga el sistema tanto que, por ejemplo, la capacidad de encontrar sangre de un mosquito se ve drásticamente reducida.

De momento, han patentado el compuesto (por si las moscas…) y esperan que pueda tener una aplicación en lo que originalmente se investigaba: evitar la propagación de la malaria.

Fuente: Elmundo.es
Imagen: Elaboración propia
Artículo original: Jones, P.L. et al. PNAS, 2011, ASAP. DOI: 10.1073/pnas.1102425108 (clic para descargar el artículo completo en PDF)