Mañana al amanecer podrá contemplarse en España el tránsito de Venus entre el Sol y la Tierra. Es un fenómeno único que sólo ocurre dos veces, separadas ocho años entre sí, cada 110-130 años. La última fue en 2004 (cuando se hizo la foto), la próxima es esta noche y para el siguiente habrá que esperar hasta 2117.

Los tránsitos de Venus son famosos por estar documentados desde hace siglos. Lo predijo Kepler en 1631 (aunque no pudo verlo desde Europa) y lo observaron Horrocks y Crabtree en 1639. También son conocidos porque gracias a ellos (y a un sencillo sistema matemático propuesto por Halley) el francés Lalande pudo calcular en 1769 la distancia que nos separa del Sol con una gran precisión: él estimó que eran 153 millones de kilómetros, muy cerca de la distancia que hoy se da por válida, 149.6 millones de kilómetros.
Este fenómeno astronómico fue objeto de estudio de muchos científicos que se desplazaban miles de kilómetros para poder observarlo con claridad y poder tomar medidas precisas. Un ejemplo de lo más curioso es el de Guillaume Le Gentil (puede leerse aquí). El pobre viajó a las indias y, tras una serie de desventuras, sólo pudo tomar medidas del tránsito desde su barco, lo que hizo que fueran muy inexactas. Cuando, ocho años después, se situó en el lugar idóneo para observar al lucero del alba, el día salió nublado. Y encima, al volver a Francia le había pasado como al Conde de Montecristo. Le habían dado por muerto y su puesto en la Academia de Ciencias estaba ocupado y su mujer había rehecho su vida con otro.
Por fortuna, hoy no hay que viajar hasta las Filipinas para ver el fenómeno. Un montón de webs lo retransmitirán en directo (SkyLive y la ESA, entre otras) y el astronauta Don Pettit, que está en la ISS, va a tomar, por primera vez, fotos del tránsito desde el espacio.
Y vosotros, ¿madrugaréis mañana?