Hoy en día el aluminio es un metal abundante, omnipresente: medios de transporte, ordenadores, mobiliario, ventanas, recipientes… Y no hay que rebuscar tanto, ¿quién no envuelve sus bocadillos en papel de aluminio? Pero hace unos 150 años era un metal precioso, era más caro que el oro y la plata. Usarlo era sinónimo de lujo. La cúspide del monumento a Washington (el obelisco en Washington D.C.) se construyó en aluminio como los egipcios construyeron las cúspides de sus pirámides en oro. Se convirtió en un metal común gracias al proceso Hall-Héroult, que permite obtenerlo de forma pura a partir de la alúmina (obtenida a su vez de la bauxita) y la criolita, minerales de aluminio.
Quizás todas estas palabras os suenen debido a la reciente catástrofe ocurrida en Hungría en una fábrica donde obtenían aluminio. En este artículo os explicamos el proceso de obtención y podréis entender mejor por qué la «marea tóxica» tenía ese color rojizo y era tan peligrosa.
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